METODOLOGÍAS ACTIVAS A TRAVÉS DE LA TECNOLOGÍA
El modelo de enseñanza a través de las metodologías activas permite habilitar la creación de experiencias para que la o el estudiante sea el principal personaje y responsable del proceso de aprendizaje. Mientras que, la tecnología habilita espacios para que ocurran experiencias de aprendizaje que de otra manera no podrían ser posibles y al mismo tiempo permite agilizar y optimizar otras. En este sentido, la tecnología ha generado nuevas formas de comunicación, de pensamiento, reflexión, de trabajo, de formas para relacionarse y de aprendizaje. Lo anterior, permite una mayor cantidad de alternativas, diversificando los medios por los cuales se pueda acceder a la información.
La tecnología, como una vía o medio ha posibilitado que algunas metodologías activas puedan desplegarse con fluidez y en algunos casos, de mejor manera que como suele ocurrir de manera tradicional. Algunos ejemplos son:
La clase invertida (Flipped Classroom), la que está caracterizada a través de trasladar parte o todo el contenido conceptual o teórico a otro medio, como lecturas, videos o audios, mientras que en la clase de carácter sincrónica -en sala o tiempo real- pueden ocurrir actividades dinámicas e interactivas a través de las cuales la o el profesor actúa como guía para que las y los estudiantes puedan aplicar lo aprendido.
La instrucción entre pares (Peer Instruction) es otro ejemplo de cómo la tecnología como medio apoya a la creación de experiencias de aprendizaje activo. Cuando el profesor Eric Mazur sistematizó esta metodología en el año 1991, cuya idea principal era que las y los estudiantes resolvieran problemas auténticos a través de la conversación sistemática entre pares, con el paso de los años ésta se ha visto refinada y mejorada, teniendo como principal cambio que los textos necesarios para abordar un problema sean leídos antes de cada clase y que las preguntas en papel fueran reemplazadas por preguntas abiertas que fueran respondidas, de igual manera, antes de cada clase. Y como último ajuste y mejora, el aprendizaje cooperativo se incorporó como eje durante el desarrollo de la clase.
El aprendizaje basado en problemas (Problem-Based Learning) es otra metodología que se ve potenciada por la tecnología. Esta metodología desarrollada por McMaster University School of Medicine, es donde las y los estudiantes se reúnen en pequeños grupos, acompañados por tutores que monitorean el desarrollo, resolución de los problemas y si se logran los objetivos propuestos. Años más tarde, los avances en tecnología, como por ejemplo la comunicación a través de herramientas de mensajería instantánea, han permitido ir mejorando y haciendo más eficiente la comunicación entre los equipos, lo que repercute directamente en la experiencia, así mismo, en línea con los avances, se han desarrollado casos más complejos, dando paso a actividades más desafiantes y que gracias a la tecnología, los grupos pueden discutir, reflexionar y concluir de manera más fluida y enriquecida.
El aprendizaje basado en proyectos (Project-Based Learning) podría ser entendido como una evolución natural del Aprendizaje basado en problemas. Acá el foco está puesto en la creación de proyectos que resuelvan un problema complejo de la vida cotidiana a través de diferentes artefactos, los que se ven sometidos a evaluaciones a través de rubricas. El proceso lleva al estudiante a través de diferentes etapas, desde la planificación, la investigación hasta la aplicación del conocimiento adquirido para la solución del problema. Para ello, la tecnología juega un rol fundamental otorgando el acceso a la información, facilitando la atribución de significado para el desarrollo de todo el proceso.
El aprendizaje basado en juegos (Game-Based Learning) es un cambio interesante de perspectiva, lugar donde es el estudiante quien define las etapas o medios a través de los cuales desea alcanzar objetivos que el mismo define; inclusive, si los objetivos están predefinidos, ellos tienen, si quisieran, libertad para alcanzarlos de la manera que elijan. En este sentido la o el estudiante no solo es jugador, sino también autor, puesto que contribuye directamente en el desarrollo y construcción del juego. Por esta razón, la tecnología se transforma en un aliado, ya que desbloquea una vía por la cual se puedan lograr etapas que por el camino análogo no sea posible.
En conclusión, gracias al innegable apoyo que brindan las diferentes tecnologías hacia las metodologías activas, hoy se ven posibilitadas tanto, vías óptimas para ser desarrolladas en plenitud, como herramientas para que las y los estudiantes puedan plantear soluciones profundas y contingentes al quehacer de la industria y la sociedad.
LO QUE BUSCAMOS CON LAS METODOLOGÍAS ACTIVAS
Buscamos que la comunidad educativa se comprometa e involucre con el aprendizaje significativo, incorporando en la gestión docente acciones que orienten y enmarquen un mínimo común denominador y es que, el estudiantado está en el centro del proceso educativo y formativo.
Sabemos que no es una tarea fácil, porque significa romper una serie de paradigmas, concepciones, estructuras mentales y salir de la zona de confort. La pregunta que se suele realizar al momento de rediseñar las clases es ¿será conveniente incorporar una metodología diferente a mi clase, si hace años que ha funcionado bien? Y es que la respuesta a esta pregunta la entregan una serie de investigaciones a nivel mundial desde hace por lo menos una década, las que dan cuenta de su efectividad para generar aprendizajes significativos, contextualizados, estudiantes más comprometidos y activos.
La segunda pregunta que surge es ¿a qué nos referimos con innovación? Interrogante que en palabras simples y desde nuestro punto de vista, hace referencia a cuando un docente modifica o incluye nuevas acciones en pro de un mejor proceso de enseñanza y aprendizaje. Es así como, toda vez que el docente modifique su clase con una mirada pedagógica, está siendo innovador y flexible a la necesidad de los y las estudiantes y de lo necesario para dar respuesta al mundo laboral y social.
Una tercera pregunta es, ¿cómo sé que estoy ocupando una metodología activa? Consulta válida y necesaria para asegurar que los nuevos constructos estén respondiendo a una pedagogía donde el estudiante es el centro y pasa a ser un agente activo en su aprendizaje, construyendo con otros gracias a la orientación y apoyo del docente.
Una vez que superamos todos los temores y preconceptos, debemos pensar en cómo sé si mis clases atienden al aprendizaje activo. Para esto proponemos realizar siempre un análisis con las siguientes premisas:
o – La planificación está centrada en cómo los estudiantes van a aplicar en clase los contenidos y cómo se relacionan con el mundo laboral.
o – La clase incluye material didáctico o manipulación (si es pertinente), que puede ser facilitado por el docente, la universidad o por el/los estudiantes.
o – Planifico previamente las preguntas que buscan la reflexión y qué preguntas responderán para hacer el seguimiento de la comprensión de la clase y por, sobre todo, que los estudiantes sean los que respondan. Esto no es trivial, ya que muchas veces hacemos las preguntas, pero de manera retórica, porque es el docente quien da la respuesta.
o – Consigno previamente la actividad práctica que realizarán los y las estudiantes para aplicar el nuevo conocimiento, que fomente un compromiso en los y las estudiantes, porque tienen que realizar un producto que será utilizado por un alguien o porque responde a algo mayor que le da sentido a lo que está haciendo (solo o con el grupo).
o – La actividad práctica considera aprendizajes integrando las distintas habilidades en una misma tarea (competencias). También puede ser que incluye distintas disciplinas.
Para saber más sobre metodologías activas, puedes revisar las experiencias de buenas prácticas que están disponibles en DOCENCIA UAI y también puedes revisar:
https://thinkoeducation.com/metodologias-activas/
https://www.unir.net/educacion/revista/metodologias-activas/
METODOLOGÍAS ACTIVAS PARA EL DESARROLLO DE COMPETENCIAS GENÉRICAS
Las competencias genéricas o transversales son entendidas como una combinación dinámica de habilidades, conocimientos y actitudes de carácter transversal, que articulan, dinamizan y se expresan junto a los aprendizajes disciplinarios. Tienen una alta complejidad, al ser planteadas en niveles cognitivos de orden superior, exigiendo desempeños notables a través de diferentes tipos de pensamiento: crítico, autónomo, reflexivo y analítico. Son además multifuncionales, ya que permiten la resolución de diferentes problemas en diversos contextos, ya sea en la vida académica, profesional, social o personal.
El desarrollo de estas competencias demanda el uso de metodologías de aprendizaje que propicien la implicación y compromiso del estudiante con su proceso, la reflexión respecto a lo que hace, cómo lo hace y los resultados que logra, y el vínculo con contextos sociales-profesionales en los que en un futuro se encontrará inmerso. En esta línea, cobran relevancia las metodologías de aprendizaje activo para propiciar la formación de competencias genéricas, entendidas como la acción metodológica realizada por el estudiante donde se involucra haciendo algo y pensando en torno a lo que está haciendo, promoviendo una participación activa en su proceso de aprendizaje.
Algunas estrategias de aprendizaje activo son: Aprendizaje basado en Problemas (ABP), aprendizaje basado en equipos, método de casos, aula invertida, aprendizaje y servicio, debates, entre otras, todas estas tienen como característica en común que exige que el estudiante realice un desempeño concreto a partir de lo que está aprendiendo y desarrolle la metacognición respecto al cómo y para qué lo aprende. A su vez, este desempeño es posible de evaluar mediante la aplicación de instrumentos de evaluación auténtica o rúbricas que permiten evidenciar el logro de cada estudiante, focalizándose no sólo en la calificación, sino que también en la retroalimentación respecto a su aprendizaje.
En síntesis, para el desarrollo de competencias genéricas se hace esencial el uso de metodologías activas, pero cabe destacar que el desafío se centra en conocer las características del repertorio metodológico que ofrecen las metodologías activas, para escoger la(s) práctica(s) más pertinentes y adecuadas para el desarrollo de cada competencia, en función de las características de cada disciplina, asignatura y contexto en el que se encuentra la situación de aprendizaje.